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Violencia doméstica (intragénero)

    La violencia intragénero es aquella que se produce en el ámbito de parejas o ex-parejas del mismo sexo/género y puede ser -como todas las violencias- psicológica, física, sexual, económica, etc. Es una conducta puesta en marcha por uno/a de los/as integrantes para controlar y/o someter a la persona.
    En este texto referiré a lesbianas, gais y bisexuales con las siglas LGB, no obstante, al hablar de LGBTfobia incluyo también a las personas transexuales, puesto que la transfobia juega un papel fundamental en la violencia contra el colectivo en su conjunto. En el caso de personas transexuales heterosexuales, la violencia que puedan sufrir queda recogida tanto en la violencia doméstica (en el caso de hombres trans) como en la violencia de género (en el caso de mujeres trans).
    En las relaciones de pareja se tiende a asociar como amor conductas que, en muchos casos, son la semilla de la violencia. Y así los celos, la posesividad, la abnegación y los conflictos se ven como algo positivo y engrandecedor del amor. Este modelo de relación de pareja, de amor, responde a la necesidad histórica del sistema patriarcal de generar una jerarquía en las relaciones, situando al hombre por encima de la mujer. La primera oportunidad de ejercer violencia viene dada por el hecho de que una de las partes se sienta legitimada para ejercer violencia sobre la otra y, que considere que ese comportamiento violento es el medio de lograr el fin que se propone.

    En el caso de la violencia de género el reparto de poder se hace de una forma determinante a través del sexismo. En la violencia intragénero este reparto atiende a otras variables como pueden ser el nivel de estudios, económico, la raza, la situación administrativa en el país de residencia, la salud, la edad, la visibilidad, etc.
    La LGBTfobia contribuye a encerrar a las parejas del mismo sexo (en las que existen rasgos de violencia intragénero) en sí mismas, aislándose del entorno, provocando aún más vulnerabilidad al entender que el enemigo de fuera -el que les rechaza por su orientación o identidad- es más peligroso que el que se tiene en casa, puesto que este último al menos nos comprende y comparte condición. Esto es especialmente grave cuando se vive en entornos rurales o cuando la relación y/o la orientación sexual no son públicas.
    No hay que perder de vista que la violencia es responsabilidad únicamente de quien maltrata, que en su mano está ejercerla o desaprenderla.
    La violencia intragénero no se articula en torno al sexismo ni a la desigualdad de poder entre mujeres y hombres. Por tanto, aunque algunas de las manifestaciones de violencia intragénero coincidan con las de violencia de género, no es menos cierto que existen especificidades que le son propias, además de un origen distinto.
    No es mi intención debatir sobre los términos violencia de género, violencia intragénero, violencia doméstica, etc puesto que lo mas relevante es el significado que le atribuimos a cada término. Existen diferentes tipos de violencias, con diferentes causas y diferentes necesidades de respuesta y eso es un hecho incontestable. La violencia de género está reconocida y protegida gracias a las campañas y a la ley integral.
    La violencia doméstica está recogida en el ordenamiento jurídico español, y estaría bien visibilizar los recursos jurídicos existentes e informar a las personas LGB de los mecanismos de defensa que tienen. La violencia de género y la violencia doméstica no son mutuamente excluyentes, y por tanto, deben ser atendidas de forma distinta. Una ley genérica sobre violencia doméstica dejaría fuera muchos casos de violencia de género y viceversa.
    Para la violencia doméstica los recursos existentes son aquellos planteados en el Código Penal: penas de prisión, multas, órdenes de alejamiento. Los recursos públicos varían de una comunidad autónoma a otra. Podemos encontrar desde servicios de violencia de género. centros de atención a víctimas, servicios sociales con programas de atención a violencia doméstica, etc. hasta lugares donde no hay prácticamente nada.
    Yo mismo soy víctima de violencia doméstica (intragenero) desde hace 4 años. Lo que me pasó fue una agresión brutal por parte de un compañero de piso también él gay. Esa agresión me llevo a un fuerte estado de estrés psico-físico al que luego se añadieron otros factores de debilidad: me echaron del piso que tenía alquilado, me hicieron acoso laboral (ya que se habían enterado de lo sucedido, debido a las muchas ausencias que hacia entre las visitas médicas y el juicio que tuve) y fui el único al que no se le renovó el contrato de trabajo. Para mi fue un año terrible, aunque tuve la suerte de acudir a los servicios sociales y obtener una orden de alejamiento. Muchos de mis amigos me aconsejaron volver a Italia para superar todo eso, pero yo al ser muy testarudo, decidí quedarme a Madrid para resolver todo de una manera definitiva. Con mi ejemplo quería ayudar a las personas que habían sufrido eso tipo de violencia.
    Por supuesto todo eso no se supera con facilidad, pero se puede hacer. Y una muestra de ello es el texto que escribo, firmo y publico hoy.

Andrea Puggelli (@aikkomad)
Activista italiano LGBTQI

* Publicado originalmente en: 20 MINUTOS
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La Mariposa de la Música

Siempre hay una historia entrañable que alguien, te desvela…

Como por casualidad… Al paso del momento que dura la tarde…. escucho un leve rumor como de alas…

Son las vidas de mis Mariposas de Alas Rotas…

Historias de vidas… Momentos y horas de sentimientos de quienes nacieron diferentes y de su trabajo para hacerse un hueco en la sociedad que les tocó vivir.

Mi Mariposa de la Música, es pequeña, de tonos grises, envuelta entre nubes de humo de tabaco que fuma continuamente.

Rebeca. – Me dice.

No puedo esperar mas.

Tengo que hacer mi proceso de transexualidad…

Y me muestra un vestido que alguien le regaló…

Usado y machacado de tardes de teatro, de paseos, de puestas del derecho y del revés.

Deja encima de la mesa un bolsito con maquillaje y algunas horquillas negras.

Ayúdame -me dice- a colocarme la peluca y enséñame a pintarme los labios.

Mi Mariposa, es pequeña, tanto que no sabe distinguir entre la imagen que ella ve en su espejo y la imagen que los demás ven en el suyo.

Ella siente que es mujer.

El resto… La mira con recelo… Se permiten dudarlo…

La vida se lo ha puesto difícil. No la concedió muchas facilidades para desarrollar y mostrar su género auténtico.

Su cuerpo es masculino, de hábitos masculinos… quizás aprendidos en el rol en que la tocó crecer…

Su cuerpo es pequeño, como digo, con poca gracia y con las habilidades delicadamente limitadas… Pero con emociones femeninas y alma de mariposa…

Mi Mariposa de la Música, la llamo yo.

Ella teclea en el piano, le gusta llegar con sus notas al corazón de alguien…

Al alma de quién le conceda un rato de escucha…

Porque ella también tiene cosas que decir, sentimientos que le duelen en el alma, pero que no puede expresar porque tiene sus Alas Rotas.

A veces, algunas tardes, en la sobremesa de los domingos, escuchamos su sollozo entre nota y nota, y atisbamos a ver un poquito de su alma.

A veces, cuando se pinta la boquita de carmín y se pone sus zapatos de tacón… es feliz.


Rebeca Inut

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Es eso que necesitas que no sabes que necesitas

    Mexicano, sí, orgullosamente mexicano. Nací en una de las ciudades más grandes el mundo y viví ahí hasta mis 27 años. Pronto 30, sí, orgullosamente treintañero. Decidí que llegaría a la tercera década en otro país, así que decidí probar suerte con la muy loca de Madrid. Madrileño, sí, orgullosamente madrileño. Dicen que la gente de Madrid no es la que nace aquí, es la que viene y se queda; desde que empecé mi doctorado han pasado ya más de dos años. Estudiante, sí, orgullosamente estudiante. 

    Soy un hedonista, y sin duda, estudiar es uno de los grandes placeres  del ser humano. Y hablando de placeres, los hombres, ¡me encantan los hombres! Así es, gay, orgullosamente gay.

    Exacto,soy estudiante (sin muchas responsabilidades), mexicano (persona exótica en un país extranjero, además de guapo, como todos los de mí país), en sus veintes (la mejor edad), viviendo en una de las ciudades más gays del mundo.Sí, sí, sí el mundo a mis pies. Podría contar muchas historias de las interminables noches llenas de locura y desenfreno que he vivido en esta ciudad. ¡¿Suena bien, no?! ¿Envidia? ¡Claro, y lo sabes!

    Bueno, bueno, claro que está esa vez en que perdí mi tarjeta y no tenía ni “un pavo”,gracias a Dios mi amigo Manu, tan majo él, me prestó “pasta” y listo. Y bueno, claro que también está esa vez en que todos se fueron de vacaciones y me tuve que quedar a estudiar, gracias a Dios el “LL” abre todos los días,¡copazo y asunto resuelto! Bueno, sí, también esta vez que pensé que me moría de gripe y, aunque todos estaban ocupados, una llamada a mamá y listo. ¡Curado! Cierto, también está esa vez en que se rompió el condón y no supe qué hacer, y esa vez en que necesitaba charlar de aquel “asunto” que nadie conocía, y esa vez en que me metí en problemas y no tenía ni idea a dónde acudir. También podría contar muchas historias en las que no había nadie, nadie, que me pudiera ayudar. Esas veces en las que ni mi súper amigo Manu, ni mi mamá, podían “echarme una mano”. Sí, el mundo está a mis pies, pero no tanto.

    Hace aproximadamente siete meses llegue a Gayinform por primera vez, preguntaba sobre cómo ser voluntario del colectivo. Recuerdo que al estar entrando por la puerta me cuestioné sobre si en verdad quería ser voluntario ahí. ¿De verdad es necesario un colectivo gay en Madrid? ¿De verdad hay alguien que necesite mí ayuda? ¿Hoy en día la comunidad LGTB necesita un colectivo? No me resultaba tan “loco” cuestionarme sobre el propósito de un colectivo LGTB en el 2015 y menos en un país tan desarrollado como España.
Siete meses más tarde y después de un sinfín de anécdotas sobre gente que ha pasado por el despacho puedo afirmar que, por más abierto que esté el tema LGTB y por más información que exista, nunca sobrará un lugar en el que puedas hablar de todos los aspectos que unen a nuestro colectivo. Creo que no se trata de unirnos para luchar por una causa, se trata de apoyarnos en cuestiones que sólo nosotros entendemos, de escucharnos de formas en la que sólo nosotros podemos escucharnos. No sólo es impresionante la cantidad de gente que se acerca a pedir ayuda, también es impresionante la diversidad de temáticas, asuntos que probablemente sólo se hablan en un lugar como éste.
Desde mi perspectiva, el valor de cualquier colectivo radica en su capacidad para crear un espacio en el que sus miembros puedan expresarse con total libertad; un espacio libre de prejuicios y lleno de comprensión. A pesar de que podríamos contar con el apoyo de amigos y familiares su ayuda no se puede comparar con la de un grupo de personas que entiende perfectamente las características de nuestro colectivo.

Probablemente ser parte de la comunidad LGTB sea más fácil en Madrid que en otras ciudades, y probablemente ser parte de la comunidad sea más fácil hoy que hace 20 años, sin embargo, ésta no es razón para no contar con un lugar donde encontremos ese apoyo que sólo es posible entre nosotros. Estoy convencido que mientras exista un marica, una bollera, una bi-cicleta, un bi-cicleto, un transexual o una transexual que necesite este tipo de ayuda,un colectivo para ésta, nuestra comunidad, seguirá siendo de gran valor.

Guillermo Zamazona A.
Voluntario GayInform, Línea Lesbos, Bi y Trans
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Y… Mis Alas se Rompieron…..

Y mis alas se rompieron…

Si…
Una vez tuve unas alas que se rompieron al cruzar mi vida.

Una vez, sentí que podía volar y me lancé desde lo más alto… Me lancé desde el lugar donde nace el amor… allá arriba… en lo más alto….
Me casé con la mujer que amaba y volé muy alto, entre nubes que envolvían el alma con aires de felicidad.
Mi princesa, era una mujer dulce y amable, de sonrisa tímida y paso firme… Mi princesa me enamoró, nos casamos y «comimos perdices» un tiempo…



 Siempre supe que su cuerpo pequeño encerraba un alma grande… grande y… masculina…
Nunca me lo ocultó…
Yo siento que soy un hombre… Lo se… – Me decía.
Yo escuchaba y entendía su sentir. Respetaba su dolor. Sufría con ella.
Me dolía el corazón al escuchar que vivía dentro de un género no sentido.

A veces su mirada me sorprendía…
Sentía como, otra mirada desconocida para mi, atisbaba desde dentro, desde el fondo de su ser… y me imploraba ayuda.
A veces como en un sueño extraño, mi princesa era durante un segundo alguien diferente.
Era solo un momento, me sorprendía si, pero lo olvidaba al instante… Su sonrisa cubría el desconcierto y yo lo olvidaba…

Tanto quería yo a mi princesa que no tuve dudas a la hora de apoyar su proceso de transexualidad.
Apoyé su cambio, su tratamiento con hormonas, la transformación de su cuerpo, las horas de espera en hospitales, sus cambios de humor, las dudas…
Me trague el miedo como un bocado amargo y abracé su decisión…
Apoyé su sentir… y luché por la libertad del hombre que era.
Caminé a su lado reivindicando su derecho.
Estuve en su camino… caminé a la par para que encontrase su «yo verdadero»

Poco a poco, aquella mirada del desconocido que atisbaba a veces a sus ojos, se fue haciendo mas presente.
El rostro de mi princesa se iba desdibujando y su alma con el.
El desconocido estaba cada vez más presente y se quedaba más tiempo.
Mi princesa se iba diluyendo en el recuerdo, la notaba transparente, pálida y lejana… y el desconocido acudía cada vez más fuerte, adueñándose de su espacio, de su cuerpo y de los sentimientos en los que habitaba ella.

Fue una conquista rápida, fácil y consentida.
La princesa era solo la guardiana del cuerpo y de la mente del caballero. Ahora que él había llegado, ella se iba, había cumplido su misión y se marchaba, para que el caballero pudiese tomar posesión de sus dominios con todo su derecho.
No se iba triste… Estaba feliz…
Todo encajaba para ella… y se dispuso a morir, a disiparse en el recuerdo para abrazar el género que tanto había anhelado.

Sentí como ella moría y yo con ella.
Poco a poco, sin dejarme apenas tomar su mano, ella se fue… desapareció en los sueños, se deshizo en el tiempo y se extinguió de la realidad, mientras se desmoronaba mi alma.
El cuerpo de mi princesa se abrió como el de una crisálida y dio paso a la gran mariposa.
Nació él…
Nació aquel desconocido que a veces se asomaba a su mirada y que siempre me sorprendía.
El desconocido al que yo olvidaba en un instante tras su sonrisa… Había llegado y…. mi corazón se rompió en pedacitos.
Mi princesa… la que nunca existió murió despacito para parir al hombre que siempre había sido.

Y me quedé inerte, con las alas y el alma rota.
Me quedé sola allá en lo alto… en el lugar donde nace el amor, en el espacio que deja ese amor cuando se va, pero con la aterradora sensación de que no había sido mas que un sueño y que yo solo estuve enamorada de una ilusión.
Mi princesa nunca existió…

Consumida por el dolor y la soledad me convertí en cenizas que volaron entre esas nubes que, un día habían envuelto mi inexistente amor por ella.

Otra ráfaga de aire, un tiempo después, arremolinó de nuevo mis cenizas… y como si del Ave Fenix se tratase, resurgí desde el dolor y he comenzado a volar de nuevo.

Vuelvo a estar aquí… en mi vida… Esta vez, con mi derecho.

Rebeca Inut
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La invisibilidad de los Mayores LGTB

Cuando una persona quiere mostrarse a los demás, intenta que se manifieste lo mejor de sí mismo, su lado bueno, sus mejores cualidades, físicas, y de todo tipo de valores, deseando,como mínimo, caer bien a la primera. Los mayores no podemos ser competitivos con los jóvenes, en una sociedad en la que la buena imagen física, la belleza juvenil es primordial. Los mayores LGTB nos dejamos ver poco, pero… ¿se nos desea ver? Digamos que esto es, también, cosa de dos. La mirada del otro, pasa de largo, casi siempre, sea directamente o a través de una cámara fotográfica o de vídeo sin pararse en los mayores.

“SOMOS INVISIBLES Y ADEMÁS NOS HACEMOS INVISIBLES”

A la generación actual de mayores LGTB, las libertades conseguidas por tan larga y densa lucha de nuestros colectivos nos han llegado algo tarde, cuando teníamos demasiadas cicatrices de miedos, persecuciones, discriminaciones familiares, escolares, laborales, cuando no detenciones policiales o penas mayores. Iniciamos nuestra vida en medio del oscurantismo, y de la represión total, del rechazo social a nuestra orientación sexual, desde  la niñez. La consecuencia natural es intentar pasar desapercibido tanto estando solo como en grupo. Todos hemos elaborado nuestros mecanismos de defensa para poder seguir viviendo y no deseamos perderlos, lo cual conduce a la soledad, sobre todo, porque, por ley de vida, nos han desaparecido nuestros familiares e incluso los amigos más queridos.


La mayoría de nosotros no hemos construido nuestra propia familia, vivimos solos  y de la soledad se puede iniciar un camino peligroso, incluso, hasta el  abandono de nuestro propio cuidado personal. Por eso, tal vez, necesitamos más que nadie una mano amiga, que no nos rechace por nuestra doble condición de mayores y de pertenecer al colectivo LGTB…

¿Cómo se puede conseguir esta ayuda? ¿Quién va a comprender a cualquiera mejor que un similar? ¿Con quién se puede estar relajado, sereno y a gusto aunque sea en una mínima relación de camaradería? Con el semejante, con quien no es preciso justificarse, ni competir, solamente estar, es decir con otras personas de nuestro colectivo que posean unas características afines.

Aplicando los porcentajes de la escala de Kinsey a nuestros Mayores, se obtiene que somos, en nuestra Comunidad de Madrid, varios miles de personas LGTB, unas viven solas, muchas, por cierto; otras tantas residen muy armarizadas, en el trasfondo de un armario muy oscuro y profundo, en el que no existe el más mínimo lazo de unión ni de solidaridad con nadie. Hay quien puede tener alguna enfermedad, o discapacidad más o menos severa. ¿Con quién hablan? ¿Con quién se relacionan? Solamente una minoría, muy minoría, está sociabilizada entre sus compañeros LGTB…


Estos son unos pocos matices de la invisibilidad del Mayor LGTB, como el de no creernos nosotros mismos las libertades conseguidas o el temor a que no nos puedan ser aplicadas a nuestra propia situación  y, el miedo al rechazo de nuestro entorno más próximo.
Es el momento de intentar paliar esta problemática.

LOS MAYORES LGTB… TAMBIÉN EXISTIMOS

Con nuestras deficiencias pero también con muchas ganas de seguir contribuyendo a la sociedad y más concretamente a las personas de nuestro colectivo, a hacernos visibles, no solo en pequeños grupúsculos sino como el número importante que somos, es decir conseguir el EMPODERAMIENTO de los Mayores LGTB, y que por fin un día, no lejano, desaparezca esa situación que tanto daño nos hace la INVISIBILIDAD.

Por Ramón Arreal
Coordinador del grupo de Mayores de Cogam