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POR QUÉ ES NECESARIO REIVINDICAR LA BISEXUALIDAD

Vivimos en una sociedad en la que cada vez están más aceptadas las relaciones entre personas del mismo sexo. Pero algo que de por sí es una buena noticia ha tenido como contrapartida que cada vez haya una menor reivindicación de las orientaciones sexuales distintas a la heterosexualidad. En las mismas calles de Madrid no es raro ver parejas de chicos o chicas expresando su amor con libertad, algo que hace treinta años solo se podía soñar. No hace falta que estas parejas nos digan su orientación sexual, nosotros ya vamos a asumir que son gais o lesbianas, pero… ¿es esto realmente así? No, al igual que tampoco tienen por qué ser heterosexuales todas las personas en pareja con alguien de otro sexo.
 
    La diversidad humana goza de un amplísimo espectro de afectividades más allá de la homosexualidad y la heterosexualidad, algo que puede resultar complejo de denominar por medio de nuestro lenguaje. Debido a esta complejidad, en COGAM y en las demás entidades pertenecientes a FELGTB definimos bisexualidad de una forma muy abierta acuñada por la activista Robyn Ochs en 2010: La bisexualidad es la orientación sexual de quienes sienten atracción sexual, emocional y/o romántica hacia personas de más de un género y/o sexo, no necesariamente al mismo tiempo, de la misma manera ni con la misma intensidad. Esto implica que las personas bisexuales podemos sentirnos atraídas hacia personas cis, personas trans (incluyendo personas de género no binario), personas intersexuales etc.  más allá del binario hombre-mujer. Por supuesto, hay otras orientaciones no monosexuales como la pansexualidad o la plurisexualidad con distintos matices. Pero en este artículo no vamos a profundizar en este tema.
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OCTUBRE TRANS 2015

Me han dicho que escriba que significa para mi el octubre trans y he decido expresar mi voz no como vocal de un área trans sino como madre de una niña trans y lo que esto supone en mi día a día. Últimamente parece que el hecho de salir hablando madres y padres con hijas e hijos trans empieza a resultar molesto sobre todo a estamentos administrativos lo cual me hace pensar que ya se ha acabado para estos el hacer oídos sordos. También agradezco que en algunas de estas esferas se nos dé la oportunidad de darles voz a nuestros niños y niñas.

Hay sentimientos que tengo de manera reciente que son la sorpresa y la decepción ya que en espacios donde nos suponíamos protegidas las familias, vemos que no es del todo así. Las personas adultas creen que se les da demasiada importancia a los niños y niñas trans, que se habla demasiado de ellas y de ellos, y además que las voces de sus familias y representantes no son los suficientemente válidas para expresar lo que sienten.

Bueno pues yo creo que se equivocan totalmente, creo que en los niños y niñas está el futuro y que tienen que desarrollar su personalidad sin ninguna traba, que tienen derecho a ser escuchados y que tienen derecho a ser felices a pesar de que muchas personas anteriormente no lo hayan podido ser. Creo que tienen derecho a un nombre y a que se les trate como se sienten, a que puedan estudiar lo que les apetezca y que puedan optar a un trabajo.
Dicho esto, me gustaría aclarar por qué  las familias tenemos derecho  a expresar la voz de los y las peques:

– porque hemos tenido que pasar por un proceso de adaptación para asumir la realidad de nuestros hijos e hijas

-porque hemos tenido que realizar una búsqueda laboriosa de información para poder ayudar y acompañar en este proceso

-porque no hemos tenido que formar y casi especializar para que se nos tome en serio en ámbitos de difícil acceso

-porque hemos tenido que implicarnos en asociaciones para que se  empezara a escuchar la voz de nuestras hijas e hijos

– porque hemos tenido que enfrentarnos socialmente pasando por alto nuestros propios miedos

– porque en muchos casos hemos tenido que visibilizarnos a pesar de la repercusión que este hecho tuviera

– porque también en muchos casos hemos tenido que pasar evaluaciones psicológicas que garantizarán que éramos aptos como padres o madres.

       
 Podría seguir añadiendo porqués a esta lista pero creo que es suficiente para expresar la desilusión en la que se convierte una lucha que debería ser de todos y todas y que se esté convirtiendo en quien se merece más en función de lo que has sufrido


En vez de pensar que todas y todos merecemos lo mismo, RESPETO Y DIGNIDAD.



Violeta Herrero
Vocal de Transexualidad, Lesbianas y Migrantes de COGAM


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Mi Orgullo

Quedan apenas unos días para que vuelva a tener lugar en Madrid la mayor Manifestación que se convoca en nuestro país y una de las mayores de Europa, la del Orgullo de lesbianas, gais, transexuales, y bisexuales.

Y con esta certeza quiero relatar mi experiencia, mi visión de cómo ha evolucionado el Orgullo y la Manifestación desde la primera vez que participé en ella.

En la primavera de 1993 leyendo un artículo en ELPAÍS sobre Entender en Positivo vi que había un colectivo gay llamado COGAM que tenía su sede en la calle Carretas y me decidí a pasarme por allí, para colaborar en lo que fuese necesario.

Ingenuo de mi, con mi armario bien armado, llegué, me hice socio, pero no hice más. Eso sí, empecé a frecuentar el colectivo, necesitado de hablar con personas como yo, y poco a poco fui participando.
En ese año 1993, si mi memoria no falla y no lo aseguro, la Manifestación que organizaba COGAM discurrió entre la Plaza de Santo Domingo y la Puerta del Sol. Éramos cien, doscientas personas, trescientas, no sé la cifra, pero si sé que quienes lo hacíamos suponíamos una nano partícula de la sociedad civil en el Madrid de ese año, por aquello de la afluencia se entiende.  Yo no tenía experiencia previa y me sentí satisfecho, incluso no tuve tentaciones de llevar careta o algo que me ocultara de terceros, lo cual me sorprende porque nunca he sido muy “valiente”.
En los siguientes años, la Manifestación bien por ese mismo recorrido bien por la calle Carretas, siguió en una tónica muy reivindicativa y no tan numerosa, pero yo ahí orgulloso de defender mi  existencia como persona, como ciudadano, algo que la sociedad sistemáticamente me había intentado hacer renunciar. Porque sí, el orgullo para mi es el triunfo de la dignidad, de la autoestima, del quererte a ti mismo, y si tú no te quieres, difícilmente vas a vivir plenamente.

En la Manifestación, siempre desde mi percepción, hubo un punto de inflexión que fue el cambio de recorrido. El pasar de calles estrechas a recorrer la calle Alcalá, seguidos por los antidisturbios, supuso dar una visibilidad que hasta entonces creo que no habíamos tenido. El recorrido facilitaba que participara mucha más gente y poco a poco la Manifestación se hizo un hueco en el Madrid de los noventa.

Lógicamente la decisión de hacer Estatal la Manifestación del Orgullo supuso su empujón definitivo y lo demás es Historia, con H mayúscula, porque su éxito incontestable catapultó nuestras reivindicaciones hasta niveles que yo personalmente no hubiera imaginado.

El participar en esta Manifestación es algo consustancial para mi, defender mis derechos, reivindicar lo que creo que es justo, y divertirme, porque sí, aunque la gente no lo crea hay tiempo para todo, para la reivindicación y el activismo y para el cachondeo.


Y la Manifestación tiene que seguir creciendo, manteniendo su nivel de exigencia, porque es nuestro principal altavoz, desde donde todo el mundo nos escucha, y hay que seguir aprovechándolo.

Me despido, felicitando y dando las gracias a las voluntarias y voluntarios de COGAM y FELGTB por seguir trabajando por el éxito de la mayor Manifestación, la del Orgullo de lesbianas, gais, transexuales, y bisexuales.

Leyes por la Igualdad Real ¡Ya!



Agustín López Lozano
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Una nueva homofobia necesita de un nuevo activismo

Diez años después de la aprobación del Matrimonio Igualitario, ocho años después de la primera Ley de Identidad de Género, ha llegado el momento de renovar el activismo en defensa de los derechos de personas lesbianas, gais, bisexuales y transexuales. Un nuevo tiempo se ha abierto ante nuestros ojos, y resulta ya urgente volver a ajustar los instrumentos de nuestra navegación a través del difícil y peligroso océano de la lucha en pos de los Derechos Humanos, porque se ha producido un evidente cambio en sus mareas: no es ocasión ya de grandes objetivos como lo fuera el Matrimonio, ni de pequeños y puntuales logros como pudiera ser la aprobación del vientre de alquiler, que ciertamente no es más que tangencialmente cuestión que afecte a las personas no heterosexuales y cuya regulación, además de resultar muy gravosa para los derechos de las mujeres, no soluciona más que para unas pocas élites con suficientes recursos económicos un problema que se solventa más adecuadamente reivindicando procesos de adopción más sencillos e inclusivos. Es el momento de evolucionar en nuestro trabajo hacia un único objetivo global: erradicar toda forma de violencia contra lesbianas, gais, bisexuales y transexuales. Abolir la cultura de la homofobia -y bifobia y transfobia- se ha convertido en una necesidad urgente.
 
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Los sueños (colectivos) se hacen realidad, sigamos soñando…

    Hace unos días un amigo se lamentaba de la desmovilización que la obtención del Matrimonio Igualitario había provocado entre la población LGTB. La sensación de que la igualdad ya está lograda y la pérdida de objetivos concretos parece que está desmotivando a mucha gente y las asociaciones no pasan por sus horas más boyantes.

    Aunque hay algo de cierto en esta percepción, me permití y me permito disentir del análisis. No sé si del análisis de mi amigo o del análisis que esa gente puede estar haciendo para alejarse del movimiento LGTB.

    Que el Matrimonio Igualitario o la llamada Ley de Identidad de Género –que sí nos han dado la igualdad simbólica y la dignidad- no han traído por completo la igualdad real es constatable en el día a día. Entre los numerosísimos delitos de odio que se producen al año en España, el mayor porcentaje se produce por orientación o identidad sexual. No lo digo yo, sino el Ministerio del Interior.  Aunque las y los adolescentes LGTB viven su sexualidad con mayor libertad que los de hace algunos años, un número muy elevado de ellos sigue sufriendo acoso en los centros educativos. Muchos no cuentan con el apoyo de la familia, ni con una mínima información o apoyo por parte de sus educadores. Algunos, no pocos, visualizan el suicidio como la única solución a su soledad y su sufrimiento. Tampoco esto lo digo yo, sino los múltiples estudios que se pueden consultar en las webs de COGAM o la FELGTB. Las personas transexuales siguen sufriendo las injusticias de un sistema sanitario que no las atiende completamente, luchando en un mercado laboral que una y otra vez las expulsa, escapando de un sistema educativo que las ignora… El VIH sigue invadiendo nuestra comunidad sin que se tomen serias medidas para prevenir su avance, especialmente grave entre los jóvenes; las personas seropositivas (muchas de ellas hombres gais o bisexuales y mujeres transexuales, no lo olvidemos) sufren un estigma dolorosísimo y muy arraigado  en la comunidad LGTB. ¿Qué sabemos de nuestros mayores? ¿Tienen cubiertas sus necesidades en una sociedad que ni siquiera los nombra ni les garantiza una residencia en la que puedan compartir habitación con sus parejas?

    Así podríamos seguir durante horas, desgranando las múltiples desigualdades que las personas lesbianas, gais, transexuales y bisexuales seguimos sufriendo en una sociedad que ha hecho bien los deberes legislativos pero que todavía tiene déficits importantes en la puesta en marcha de un respeto profundo por las diversidades. Al fin y al cabo, ¿es posible erradicar en un puñado de años una discriminación y un estigma seculares?


   Pero si lo que necesitamos es fijarnos unos objetivos concretos para comprender por dónde pueden ir los avances en los próximos años, para establecer con precisión cuáles deben ser las medidas que afecten de manera positiva a mejorar la vida de las personas LGTB y, por tanto, nuestra sociedad, estos ejemplos pueden servirnos:

  1. Ley integral de transexualidad. La legislación conseguida en Andalucía, y en menor medida en Canarias, País Vasco y Navarra, marca el nivel legislativo que necesita la población transexual en todo el territorio español. Uno de los sectores de la sociedad española con mayor riesgo de exclusión requiere una legislación que lo proteja en el ámbito laboral, en el educativo, que le garantice una atención plena, rigurosa y nada patologizante en el sistema público de salud, en los servicios sociales, etc. Sin excepciones, sin dejar de lado a las/los menores o a las personas inmigrantes.
  2. Ley antiLGTBfobia y de protección de los derechos de las personas homosexuales, bisexuales y transexuales. Una ley que clarifique, ordene y concrete los mecanismos de defensa  de la población LGTB en todos los campos, que penalice cualquier discriminación por orientación o identidad sexual, que invierta la carga de la prueba para que no sea extremadamente difícil –como es ahora- demostrar una discriminación lgtbfóbica. Una ley que implemente, igualmente, mecanismos para investigar la discriminación, para vigilarla, para acercar el conocimiento de la legislación a las víctimas. Que cree, en definitiva, un observatorio contra la LGTBfobia. Una ley como la que ya ha sido aprobada, por ejemplo, en Cataluña.
  3. Un pacto social contra el VIH y el estigma que lleva asociado. ¿Cómo un país con un sistema público de salud desarrollado puede admitir millares de nuevas infecciones anuales cada año? Sencillamente, porque el VIH/Sida no es contemplado como una cuestión de estado a pesar de la imparable progresión de la infección. Si, además, atendemos a la situación de estigmatización que afirman sufrir quienes viven con el VIH, resulta inverosímil que ese pacto no esté ya sobre la mesa a pesar de las reiteradas demandas por parte del movimiento LGTB.
  4. Plan educativo por la atención a la diversidad sexual, de género y familiar en el sistema de enseñanza y contra el acoso y la violencia por orientación o identidad sexual. Si la LOMCE ha supuesto un retroceso en la ya de por sí retrasada legislación educativa en lo que a atención a la diversidad se refiere, un plan urgente es necesario para paliar esos retrasos y evitar la situación de violencia estructural que padecen los menores LGTB.
   Valgan estos cuatro ejemplos, estas prioridades entre otras necesidades, para dar sentido a la participación en los colectivos que trabajan por la igualdad y contra la discriminación por orientación o identidad sexual.

    El trabajo que queda por delante es ingente. Y podrá lograrse si continuamos trabajando en red desde el interior de la FELGTB, la organización que ha conseguido aunar a las principales organizaciones del país, que ha potenciado sus voces y sus demandas. COGAM y FELGTB han hecho historia en estos últimos años y deben seguir haciéndola. Porque esa igualdad legal con la que soñábamos, se ha convertido en realidad. Trabajando de forma solidaria, desde la lealtad y la generosidad, como siempre ha sido y como no puede ser de otro modo.

    Por todo esto y por mucho más – como espacio de socialización, como impulsor de cultura, ocio, intercambios, información, apoyo mutuo, empoderamiento, etc., etc.- una comunidad como Madrid necesita ahora igual que ayer un colectivo como COGAM, y el estado español necesita una federación como la FELGTB. Y eso solo se logra con la participación colectiva. Con tu participación.

Jesús Generelo
Secretario General de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB)